En una decisión que resuena con fuerza en los mercados financieros globales, la agencia calificadora de riesgo Moody’s ha degradado la calificación crediticia de la deuda soberana de Estados Unidos, reduciéndola un peldaño de Aaa a Aa1. Esta decisión histórica rompe con la tradición de Moody’s de mantener la calificación más alta posible para los bonos estadounidenses y alinea su posición con la de otras agencias como Standard & Poor’s y Fitch, que ya habían rebajado sus evaluaciones en años anteriores.
Según el comunicado emitido por la agencia, el recorte se debe al progresivo aumento del endeudamiento del gobierno federal, sumado al peso creciente de los pagos de intereses en un entorno de tasas elevadas. “Esta rebaja refleja el incremento, durante más de una década, de los ratios de deuda y de pagos de intereses a niveles considerablemente superiores a los de otros países con calificación similar”, explicó Moody’s.
La presión de la deuda y los déficits fiscales persistentes
Estados Unidos enfrenta una situación fiscal que se deteriora año tras año. El déficit presupuestario federal ha alcanzado niveles abultados, y en lo que va del nuevo año fiscal, iniciado el 1 de octubre, ya se ha acumulado un déficit de 1,05 billones de dólares, un 13% más que en el mismo periodo del año anterior. Este incremento se explica por una combinación de factores: el aumento del costo del endeudamiento debido a las tasas de interés elevadas, la necesidad de refinanciar una deuda cada vez mayor y el bajo crecimiento de los ingresos fiscales.
Moody’s también advirtió sobre las consecuencias futuras si las políticas fiscales actuales continúan sin cambios estructurales. De acuerdo con sus proyecciones, si se extienden las medidas fiscales de la Ley de Recortes de Impuestos de 2017 —una posibilidad que la agencia considera como su escenario base—, esto añadiría aproximadamente 4 billones de dólares al déficit primario del gobierno (sin incluir los intereses) durante la próxima década. Para 2035, la agencia estima que el déficit podría alcanzar el 9% del Producto Interno Bruto (PIB), frente al 6,4% estimado para 2024. Del mismo modo, prevé que la carga total de la deuda federal aumente hasta un 134% del PIB en ese mismo año, comparado con un 98% actual.
Pese a los esfuerzos legislativos, no se han producido acuerdos sostenidos entre las distintas administraciones y el Congreso para revertir el aumento de los déficits anuales. En su análisis, Moody’s sostiene que no ve probable que las propuestas fiscales actuales resulten en reducciones sustanciales y sostenidas del gasto obligatorio o del déficit.
Impacto en los mercados y señales de advertencia global
La noticia de la rebaja de Moody’s tuvo un impacto inmediato, aunque moderado, en los mercados financieros. El rendimiento de los bonos del Tesoro a 10 años subió 3 puntos básicos en operaciones fuera de horario, alcanzando un 4,48%. Al mismo tiempo, los precios de los bonos a largo plazo cayeron cerca de un 1%, mientras que el ETF que sigue al índice S&P 500 bajó un 0,4%.
Esta reacción refleja la percepción de los inversores sobre el aumento del riesgo de los activos estadounidenses, que hasta hace poco se consideraban casi invulnerables. La rebaja de calificación puede hacer que los inversores exijan mayores rendimientos para compensar el riesgo percibido, lo cual podría encarecer aún más el financiamiento del gobierno estadounidense. Además, existe una preocupación latente sobre la pérdida de atractivo de los bonos del Tesoro como refugio seguro, especialmente en un contexto donde la demanda extranjera por estos instrumentos se ha reducido.
Peter Boockvar, director de inversiones de Bleakley Financial Group, apuntó que la medida de Moody’s es más que simbólica, ya que pone en evidencia una realidad estructural: “El volumen de deuda que necesita ser refinanciado no deja de crecer, y la demanda extranjera está disminuyendo. Moody’s simplemente está señalando lo que ya es evidente: Estados Unidos está lidiando con una presión fiscal creciente”.
La decisión también coincide con el rechazo en el Congreso, liderado por los republicanos, de un nuevo paquete de recortes fiscales impulsado por el expresidente Donald Trump, que buscaba extender las reducciones fiscales de 2017. Este factor añade más incertidumbre al panorama fiscal, ya que compromete aún más los ingresos gubernamentales en el largo plazo.
Una advertencia con implicaciones globales
Moody’s ha estado calificando formalmente la deuda de EE. UU. desde 1993, aunque desde 1949 ya le otorgaba una calificación máxima en su techo país. Durante décadas, los bonos estadounidenses han sido considerados la inversión más segura del mundo. Sin embargo, esta rebaja representa una señal de alarma para los mercados y los responsables de políticas públicas: incluso una economía tan grande como la estadounidense no está exenta de los riesgos que conlleva una gestión fiscal insostenible.
Expertos como Fred Hickey, editor del boletín “The High-Tech Strategist”, consideran que esta noticia es una “bomba de viernes por la tarde”, lanzada tras el cierre de los mercados. Según Hickey, se podría esperar una caída en el valor de los bonos y del dólar, mientras que activos refugio como el oro podrían beneficiarse. En abril, ya se observó una reacción negativa del mercado ante la imposición de nuevos aranceles por parte de Trump, lo cual sugiere que los inversores están reevaluando el estatus de Estados Unidos como el refugio financiero por excelencia.
En suma, esta degradación de Moody’s no es simplemente un ajuste técnico. Es un recordatorio contundente de que incluso la primera economía del mundo debe responder ante el escrutinio de su estabilidad fiscal y que los desequilibrios prolongados, si no se abordan con responsabilidad, pueden minar la confianza del mercado global.