La industria automotriz alemana, históricamente reconocida por su capacidad de innovación y la calidad de sus vehículos con motores de combustión interna (ICE, por sus siglas en inglés), se enfrenta a una de sus mayores crisis. Con la llegada de los vehículos eléctricos (EV) y la creciente competencia internacional, especialmente de China, las empresas automovilísticas alemanas como Volkswagen, Mercedes-Benz y BMW están luchando por adaptarse a esta nueva realidad.
Avisos de recortes y cambios en el sector
En las últimas semanas, importantes fabricantes alemanes han emitido advertencias de posibles recortes de empleos y cierres de plantas, un hecho que hasta hace poco habría sido impensable en la potencia industrial europea. Volkswagen, por ejemplo, ha anunciado la posibilidad de cerrar plantas en Alemania, lo que pone en riesgo miles de puestos de trabajo. Estos problemas se ven agravados por la reciente eliminación del programa de subsidios para coches eléctricos en Alemania, una decisión que sorprendió a muchos y dejó a las empresas sin el apoyo financiero necesario para impulsar la transición hacia vehículos más sostenibles.
Además, Alemania fracasó en su intento de evitar que otros miembros de la Unión Europea votaran a favor de imponer aranceles a los vehículos eléctricos chinos, lo que evidencia una disminución de la influencia del país en las políticas regionales. Este contexto plantea la cuestión de si la etiqueta «Hecho en Alemania», sinónimo de alta calidad durante décadas, seguirá teniendo el mismo prestigio en el mercado automovilístico global.
El economista del sector de transporte y logística del banco ING, Rico Luman, destacó que la industria automotriz está inmersa en una transformación completa, donde ya no basta con ofrecer productos de alta calidad. Según Luman, los clientes buscan nuevos conceptos, y el reto para los fabricantes alemanes es ajustar sus portafolios de productos, cambiar sus organizaciones y aumentar su productividad para seguir siendo competitivos.
El desafío de la electrificación
La transición hacia los vehículos eléctricos ha sido un tema complejo para los fabricantes alemanes, quienes, pese a ser líderes en la fabricación de automóviles con motores de combustión interna, están rezagados en la producción de componentes clave para los EV, como las baterías. La capacidad para escalar la producción de tecnologías avanzadas será crucial para el futuro de la industria en Alemania. Sin embargo, hasta ahora, Berlín no ha logrado desarrollar una infraestructura sólida para la fabricación de estos componentes vitales.
El gobierno alemán, liderado por el canciller Olaf Scholz, ha expresado su disposición a apoyar a Volkswagen en esta difícil transición, pero la tarea es enorme. De acuerdo con el ministro de Economía, Robert Habeck, Volkswagen es de “importancia central” para el país, y evitar el cierre de plantas nacionales es una prioridad. Sin embargo, la competencia global, especialmente la proveniente de China, plantea un desafío formidable para los fabricantes alemanes, que también enfrentan un mercado en declive debido a la débil demanda en China, el mayor mercado automovilístico del mundo.
Lealtad a las marcas y el futuro de la industria
Pese a la difícil situación, no todos comparten una visión pesimista sobre el futuro del sector automovilístico alemán. Sigrid de Vries, directora general de la Asociación Europea de Fabricantes de Automóviles (ACEA), afirmó que le resulta difícil creer que la industria automotriz alemana esté teniendo problemas para adaptarse a la electrificación. De Vries destacó la larga tradición de fabricación de automóviles en Alemania y subrayó que, aunque el proceso de innovación y adaptación es complicado, la industria tiene una gran capacidad para dominar las nuevas tecnologías y ajustarse a las necesidades del mercado.
En el reciente Salón del Automóvil de París, varias marcas europeas, incluidas las alemanas, lanzaron nuevos modelos eléctricos de bajo costo en un esfuerzo por recuperar parte del mercado que han perdido frente a los fabricantes chinos. BMW, por ejemplo, presentó dos modelos eléctricos Mini de bajo costo, lo que podría indicar un cambio de rumbo en la estrategia de las automotrices alemanas.
Aun así, los desafíos persisten. Julia Poliscanova, directora senior de cadenas de suministro de vehículos y movilidad eléctrica del grupo de campaña Transporte y Medio Ambiente, señaló que hay dos cuestiones que deben considerarse al evaluar la salud del sector automovilístico alemán: lo que es mejor para la manufactura en Alemania y lo que es mejor para los fabricantes alemanes a nivel global. Según Poliscanova, las regulaciones europeas y la electrificación no son las únicas causas de los problemas de la industria alemana. Otros factores, como la competencia de China y el hecho de que las ventas de automóviles aún no han recuperado los niveles previos a la pandemia, también juegan un papel importante.
Sin embargo, ralentizar el proceso de electrificación no es una solución viable, ya que la tecnología es lo que los consumidores quieren, y es el camino que la industria debe seguir para mantenerse competitiva en el futuro.
En resumen, aunque la industria automotriz alemana enfrenta desafíos históricos, aún existe la posibilidad de que pueda adaptarse y seguir siendo un jugador relevante en el mercado global. La clave estará en la capacidad de las empresas para innovar, ajustar sus operaciones y ofrecer productos que cumplan con las expectativas de un mercado cada vez más exigente.