Las principales plazas bursátiles de Europa amanecieron este jueves con un tono claramente optimista, consolidando el repunte de la sesión previa y alcanzando niveles nunca vistos. El impulso llegó de la mano del sector tecnológico, que reaccionó con fuerza a la noticia de que OpenAI había cerrado una colocación de acciones por 6.600 millones de dólares, situando la valoración de la compañía en la barrera simbólica de los 500.000 millones.
El índice paneuropeo Stoxx 600, referencia del continente, avanzó un 0,7% en la mañana londinense hasta marcar un máximo histórico. El movimiento se replicó en los principales parqués: el DAX alemán subió un 1,36% y lideró las ganancias regionales, mientras que el CAC 40 francés ganó un 1,33%. En España, el Ibex 35 se anotó un 0,33%, y en Italia, el FTSE MIB sumó un 0,37%. En Londres, el FTSE 100 permaneció prácticamente plano, aunque apenas un día antes había alcanzado también su propio récord.
El efecto OpenAI y el apetito por los semiconductores
El epicentro del rally europeo estuvo en las tecnológicas, con un avance del 2,3% en el índice sectorial Stoxx Europe Technology. La operación de OpenAI, que consolida a la firma como una de las compañías más valiosas del mundo pese a no cotizar todavía en bolsa, desató un efecto contagio inmediato.
Los semiconductores se llevaron la mejor parte. ASMI subió un 5,8%, Be Semiconductor un 5,6% y ASML un 4,3%, en un contexto en el que la demanda de chips continúa siendo uno de los motores más sólidos del mercado global. La expectativa de un ciclo expansivo en inteligencia artificial y computación avanzada mantiene a los inversores volcados en estas compañías, que ya fueron las grandes ganadoras del último bienio.
El impulso no se limitó al sector tecnológico. El índice de automóviles y componentes subió un 2,2%, liderado por Stellantis, que se disparó un 7% tras reportar un aumento del 6% en sus ventas en Estados Unidos durante el tercer trimestre. Marcas como Jeep, Chrysler, Ram y Fiat registraron un comportamiento especialmente positivo, reforzando el optimismo en torno al grupo automovilístico. Volvo también acompañó la tendencia, con un avance del 1,2% tras anunciar un alza del 1% en sus ventas globales en septiembre.
Resultados corporativos y la sombra del shutdown estadounidense
En paralelo, el mercado se movió al ritmo de las novedades empresariales. Tesco, el gigante británico de la distribución, sorprendió con unos resultados semestrales mejores de lo esperado y revisó al alza su previsión de beneficios anuales. Sus acciones avanzaron un 3,4% en la apertura. En contraste, Pandora cedió un 0,6% después de que Deutsche Bank redujera su precio objetivo en un 4,3%, al incorporar el fuerte encarecimiento de la plata en sus estimaciones.
No obstante, la atención de los inversores no se limita a Europa. El telón de fondo sigue marcado por la parálisis política en Washington, donde republicanos y demócratas —incluido el presidente Donald Trump— no lograron cerrar un acuerdo para financiar al gobierno federal. El shutdown, que ya se descuenta durará al menos varios días, tendrá un efecto inmediato: la publicación de los datos de empleo de septiembre queda cancelada, complicando la lectura de la Reserva Federal en la antesala de su próxima reunión de finales de mes. Aun así, el mercado da por hecho un recorte de tipos el 28-29 de octubre, reforzado por el último informe de ADP que mostró un retroceso en las nóminas privadas.
Pese a la incertidumbre política estadounidense, Wall Street cerró en máximos y los futuros apenas mostraban cambios en la noche del miércoles. En Asia, el tono fue incluso más vibrante: el Kospi surcoreano se disparó un 3% hasta un récord histórico, impulsado por Samsung Electronics y SK Hynix.
Una ola de optimismo con matices de cautela
El nuevo máximo del Stoxx 600 no es un episodio aislado, sino el reflejo de un apetito global por los activos de riesgo alimentado por la narrativa tecnológica y la expectativa de un entorno monetario más laxo. Sin embargo, no todo es euforia. Los inversores deberán lidiar con la volatilidad que pueda generar el bloqueo político en Estados Unidos, el encarecimiento de materias primas clave como la plata y la fragilidad del consumo en algunas economías europeas.
Por ahora, los mercados prefieren mirar el vaso medio lleno: Europa, a pesar de sus desequilibrios, se beneficia de un viento de cola global donde la inteligencia artificial, la resiliencia industrial y la expectativa de tipos más bajos dibujan un horizonte favorable para las cotizadas. La gran incógnita es si esta escalada será el preludio de un ciclo sostenido de expansión o la antesala de nuevas turbulencias.