En los últimos meses, Japón ha sido escenario de una crisis alimentaria que afecta uno de los productos más emblemáticos de su gastronomía: el arroz. Esta situación, que ha puesto en jaque la capacidad del país para abastecerse de uno de sus alimentos básicos, se ha visto agravada por una combinación de factores, entre los que destacan las condiciones climáticas adversas y el aumento de turistas. Al mismo tiempo, las políticas restrictivas del gobierno japonés en torno a la producción y comercialización de arroz han contribuido a empeorar la situación.
Factores climáticos y la demanda turística
Japón ha estado lidiando con una escasez de arroz que no se veía en décadas, una situación que se ha agudizado en el verano de 2024. Según un informe del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA), el suministro de arroz de mesa se ha reducido de manera significativa debido a que la demanda ha superado la producción en los últimos tres años. Las reservas de arroz se encuentran en su nivel más bajo en más de 20 años. Esta escasez ha provocado que los supermercados japoneses se queden sin arroz blanco con regularidad, lo que ha obligado a limitar las compras a un paquete por persona.
Uno de los factores que ha elevado la demanda ha sido el aumento del turismo. Japón ha recibido a millones de visitantes en lo que va de año, superando incluso los niveles previos a la pandemia. En agosto de 2024, llegaron al país 3.3 millones de turistas, un récord histórico, según estadísticas oficiales. Este aumento de visitantes ha incrementado el consumo de platos a base de arroz, como sushi, onigiri y yakitori don, platos tradicionales que dependen en gran medida del arroz japonés.
La demanda por parte de los turistas ha crecido de manera significativa: de 19,000 toneladas entre julio de 2022 y junio de 2023, a 51,000 toneladas en el mismo periodo de 2023 a 2024, según el analista Oscar Tjakra, del banco Rabobank. Aunque este aumento de consumo por parte de los turistas representa una pequeña fracción en comparación con el consumo anual de más de 7 millones de toneladas de arroz a nivel nacional, su impacto ha sido lo suficientemente significativo como para intensificar la presión sobre el suministro interno.
Por si fuera poco, las condiciones climáticas en Japón han sido desfavorables para la agricultura. Ondas de calor y sequías durante la segunda mitad de 2023 perjudicaron las cosechas de arroz, lo que ha agravado la escasez. Además, la población local también ha estado almacenando arroz ante la amenaza de desastres naturales, como los tifones y los terremotos, contribuyendo aún más a la disminución de las reservas.
Las políticas de arroz en Japón: un sistema aislado
Más allá de los factores climáticos y del aumento del turismo, muchos expertos señalan que las políticas de producción y comercio de arroz en Japón son un factor clave que contribuye a la crisis. Japón ha optado por mantener su economía de arroz en gran medida aislada del mercado global, imponiendo un arancel del 778% sobre el arroz importado. Este sistema tiene como objetivo proteger a los agricultores locales, pero también ha limitado las opciones de suministro ante la creciente demanda.
Japón, bajo los compromisos asumidos ante la Organización Mundial del Comercio, importa alrededor de 682,000 toneladas de arroz al año. Sin embargo, gran parte de este arroz no está disponible para los consumidores japoneses, ya que se utiliza principalmente para procesamiento o como alimento para el ganado. Esto ha hecho que el arroz importado no sirva para aliviar la escasez actual. Además, a pesar de la situación de escasez interna, las exportaciones de arroz japonés han aumentado seis veces desde 2014, alcanzando casi 30,000 toneladas en 2022, lo que ha contribuido a una disminución aún mayor de las reservas disponibles.
El envejecimiento de los agricultores también ha jugado un papel importante en la caída de la producción nacional de arroz. A medida que los agricultores mayores se jubilan y menos jóvenes se dedican a la agricultura, la producción de arroz se ha reducido, exacerbando el problema.
Impacto económico y futuro incierto
El aumento de los precios del arroz ha tenido repercusiones en la economía japonesa, contribuyendo a un aumento general de la inflación en el país. En agosto de 2024, la inflación interanual se situó en un 2.8%, con los precios del arroz y otros alimentos, como el chocolate, entre los mayores impulsores del incremento en el índice de precios al consumidor.
La situación en Japón plantea interrogantes sobre el futuro de su suministro de arroz. Si bien la demanda por parte de los turistas ha tenido un impacto significativo, muchos expertos creen que el verdadero desafío radica en cómo Japón maneja su política agrícola interna. La combinación de una oferta insuficiente, la dependencia de la producción nacional y la falta de integración con el mercado global han creado una tormenta perfecta que ha dejado a Japón lidiando con una crisis alimentaria sin precedentes en décadas.
En resumen, la escasez de arroz en Japón es el resultado de una compleja interacción de factores: el clima, el turismo, la política y la estructura demográfica de los productores de arroz. Mientras los consumidores y el gobierno japonés buscan soluciones a corto y largo plazo, la crisis pone de relieve la fragilidad del sistema agrícola en uno de los países más desarrollados del mundo. La cuestión ahora es si Japón será capaz de adaptar su sistema para enfrentar los desafíos que plantea esta escasez o si esta situación marcará el comienzo de cambios más profundos en la forma en que el país produce y consume su alimento más esencial.