El panorama del desempleo juvenil a nivel mundial ha experimentado una notable mejoría en los últimos años, alcanzando su nivel más bajo en década y media. Sin embargo, esta tendencia positiva contrasta fuertemente con la situación en España, donde la tasa de paro entre los menores de 25 años sigue siendo alarmantemente alta. Este fenómeno pone de manifiesto las disparidades regionales en el mercado laboral y plantea importantes desafíos para el futuro de la juventud española.
Según el reciente informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la tasa de desempleo juvenil mundial se ha reducido hasta el 13%, marcando el nivel más bajo en 15 años. Esta cifra refleja una recuperación significativa tras los estragos causados por la pandemia de COVID-19 en el mercado laboral. El director general de la OIT, Gilbert Houngbo, llegó incluso a afirmar que en algunas regiones se podría hablar de “pleno empleo juvenil”.
No obstante, esta mejora general no está exenta de preocupaciones. El informe destaca que uno de cada cinco jóvenes a nivel mundial (20,4%) se encuentra en la categoría de “nini”, es decir, ni estudia, ni trabaja, ni recibe formación profesional. Esta situación genera una creciente ansiedad entre los jóvenes, que se enfrentan a un mercado laboral que perciben como excluyente y a un crecimiento insuficiente de empleos decentes.
Además, la recuperación post-pandemia no ha sido uniforme en todas las regiones ni entre géneros. Las mujeres jóvenes, en particular, han experimentado una recuperación más lenta en comparación con sus homólogos masculinos. La brecha de género se manifiesta de manera aún más pronunciada en las estadísticas de “ninis”, donde la tasa mundial de mujeres jóvenes (28,1%) duplica la de los hombres jóvenes (13,1%).
España: una excepción preocupante en el contexto europeo
En marcado contraste con la tendencia global, España mantiene una tasa de paro juvenil del 26,6%, más del doble de la media mundial. Aunque este dato representa el nivel más bajo desde 2008 para el país, sigue siendo un motivo de gran preocupación. La persistencia de un desempleo juvenil tan elevado en España subraya las dificultades estructurales que enfrenta el mercado laboral del país y plantea interrogantes sobre la efectividad de las políticas de empleo dirigidas a los jóvenes.
Esta situación coloca a España en una posición desfavorable dentro del contexto europeo, donde la media de desempleo juvenil es significativamente menor. Las causas de esta disparidad son múltiples y complejas, abarcando desde la estructura económica del país hasta las políticas educativas y laborales.
Desafíos futuros: automatización e inteligencia artificial
El informe de la OIT también aborda los retos que plantean la automatización y la inteligencia artificial para el futuro del empleo juvenil. Estos avances tecnológicos están transformando rápidamente los mercados laborales, generando incertidumbre sobre la continuidad de ciertos trabajos tradicionalmente desempeñados por humanos.
La preocupación por la estabilidad laboral varía según las regiones, siendo más alta en África (35%) y el mundo árabe (31%), seguidos por América (25%), Asia y el Pacífico (23%), y Europa y Asia central (18%). Esta ansiedad se ve exacerbada por el hecho de que muchos jóvenes poseen cualificaciones para trabajos que ya no existen o están en vías de desaparecer, lo que prolonga sus períodos de búsqueda de empleo y aumenta su frustración.
En conclusión, mientras el panorama global del empleo juvenil muestra signos de mejora, España se enfrenta al desafío de reducir su elevada tasa de paro juvenil en un contexto de rápida transformación tecnológica. La situación requiere de políticas innovadoras y adaptadas que no solo aborden el desempleo actual, sino que también preparen a los jóvenes para los trabajos del futuro, garantizando así su integración efectiva en un mercado laboral cada vez más competitivo y cambiante.
