Estados Unidos

Elon Musk compra de acciones de Tesla

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La compra de acciones de Elon Musk por valor de mil millones de dólares ha encendido nuevamente la chispa en Tesla. En un 2025 marcado por la volatilidad y la tensión política en torno a su figura, el movimiento del fundador envía una señal inequívoca: la confianza en el futuro de la compañía eléctrica sigue intacta.

El anuncio sorprendió a Wall Street en la mañana del lunes. Musk adquirió 2,57 millones de títulos de Tesla a distintos precios, su primera compra en el mercado abierto desde febrero de 2020. La reacción fue inmediata: la acción subió casi un 6% en la jornada, encadenando un rally que en tres sesiones acumula más de un 20%. Para un valor que había pasado buena parte del año rezagado frente al Nasdaq y sus pares tecnológicos, el gesto del propio fundador funcionó como catalizador.

Los analistas no tardaron en interpretar la jugada. Jed Dorsheimer, de William Blair, lo resumió con contundencia: “Es una señal clara de confianza de Musk. Con esta compra, sumada al impulso que generan las expectativas de entregas y el inminente despliegue de los robotaxis, el sentimiento hacia Tesla se vuelve más constructivo”.

El timing tampoco pasó inadvertido. Tesla afronta en breve la votación de los accionistas sobre un nuevo paquete de compensación para Musk, que podría alcanzar un valor teórico de 975.000 millones de dólares. Para muchos en el mercado, la coincidencia entre el voto sobre esa remuneración y la entrada del propio CEO con mil millones de su bolsillo refuerza el mensaje de compromiso.

Entre política y negocio: la doble vida de Musk

El rally bursátil llega después de meses complicados para la marca. Musk se había adentrado de lleno en la política con la dirección del llamado Department of Government Efficiency (DOGE), un organismo creado bajo el segundo mandato de Donald Trump. Su salida en mayo, acompañada de un enfrentamiento público con el presidente republicano por los presupuestos federales, había dejado cicatrices.

Muchos inversores temían que esa sobreexposición política estuviera dañando a Tesla, al asociar la marca con polémicas ajenas al negocio del automóvil eléctrico. De hecho, la primera mitad del año estuvo marcada por una caída de ventas y por un rendimiento bursátil discreto, con apenas un 5% de avance acumulado frente a las subidas de doble dígito de otras tecnológicas.

Pero la compra personal parece marcar un punto de inflexión. Desde Wedbush interpretan el movimiento como un indicio de que Musk ha superado su “pico de implicación política” y vuelve a centrar sus energías en Tesla y su gran apuesta: la inteligencia artificial aplicada al transporte.

El futuro inmediato: robotaxis, fábricas y la narrativa de la IA

La euforia reciente se alimenta de más que un gesto simbólico. En paralelo a la compra, Tesla viene promoviendo el lanzamiento de la versión 14 de su sistema de conducción autónoma total (Full Self-Driving), en lo que muchos consideran un paso decisivo hacia la flota de robotaxis. La expectativa de que el modelo de negocio pueda expandirse más allá de la venta de vehículos hacia servicios de movilidad masiva entusiasma a los analistas.

A ello se suma la fortaleza de la demanda en las gigafactorías y el atractivo narrativo de la inteligencia artificial, un elemento que se ha convertido en imán para el capital en todo el sector tecnológico. Como señalaba un informe de Morgan Stanley, la conjunción de factores —posicionamientos cortos, recuperación técnica, narrativa de IA y la sombra de un paquete de compensación que rozaría el billón de dólares— configura una tormenta perfecta para impulsar el valor hacia el cierre de trimestre.

Una apuesta personal que redefine el pulso con el mercado

La historia de Tesla siempre ha estado marcada por la capacidad de Musk para desafiar al mercado, tanto en los momentos de exuberancia como en las caídas más abruptas. Esta última operación se inscribe en esa tradición: no se trata solo de reforzar su participación accionarial, sino de enviar un mensaje de liderazgo en un contexto donde la confianza parecía erosionada.

Queda por ver si el rally actual se consolida en el tiempo o si se trata de un rebote técnico alimentado por expectativas. Lo cierto es que Musk ha vuelto a colocar el foco en Tesla y ha devuelto a los inversores la narrativa que parecía desvanecida: la de una compañía que no solo fabrica coches, sino que está en el epicentro de la revolución tecnológica de la movilidad.

En el cruce entre política, finanzas y tecnología, Musk sigue marcando el ritmo. Y con mil millones sobre la mesa, el mercado vuelve a creerle, al menos por ahora.

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