El regreso de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, ahora como el 47º mandatario, ha desatado una ola de cambios radicales en el panorama político y económico mundial. Tan solo unas horas después de volver al Despacho Oval, el líder republicano ha emprendido una serie de acciones que prometen impactar a aliados internacionales y reconfigurar el orden global. Sus declaraciones sobre la inminente imposición de aranceles, su rechazo a algunas políticas medioambientales y el perdón a quienes participaron en los disturbios del 6 de enero de 2021 en el Capitolio han puesto de manifiesto que la nueva administración no dudará en cumplir con su agenda nacionalista y populista.
La escena en el Despacho Oval la tarde del lunes fue ilustrativa del tono que pretende marcar la actual presidencia: en declaraciones a la prensa, Trump amenazó con fijar aranceles de hasta el 25 por ciento a Canadá y México a partir del 1 de febrero. Además, hizo alusión a posibles gravámenes de hasta el 100 por ciento contra China si no se concreta la venta del 50 por ciento de la aplicación TikTok a una compañía estadounidense. De igual modo, advirtió a la Unión Europea de que adoptaría medidas similares a menos que adquirieran más petróleo procedente de Estados Unidos. Estas advertencias han generado nerviosismo en los mercados financieros, con caídas en los futuros bursátiles y el debilitamiento de monedas como el dólar canadiense y el peso mexicano.
El mandatario, en una muestra de su estilo confrontacional, mencionó que la opción de imponer un arancel universal sigue sobre la mesa. Dicha política, que ya había adelantado en campaña, resulta polémica por el impacto que podría tener en los precios al consumidor y en las relaciones comerciales de larga data con diversos socios económicos. Para Trump, sin embargo, se trata de una fórmula eficaz para proteger la industria y los intereses nacionales frente a los competidores extranjeros.
Nueva era de tensiones arancelarias
La postura arancelaria de Trump no sorprende del todo a observadores y gobiernos: el presidente canadiense Dominic LeBlanc señaló que su país está preparado para responder a cualquier escenario, e incluso calificó estas amenazas como una “reiteración de la misma estrategia” que Trump desplegó en su mandato anterior. Sin embargo, la determinación con la que el nuevo inquilino de la Casa Blanca habla de gravámenes universales o muy elevados vuelve a plantear interrogantes sobre la estabilidad de la economía global.
Además, el énfasis que pone en los aranceles como medio de recaudación —“en vez de gravar a nuestros ciudadanos para enriquecer a otras naciones, gravaremos a los países foráneos para enriquecer a nuestros ciudadanos”— deja en un segundo plano las posibles repercusiones internas, como el aumento de costos para consumidores y empresas estadounidenses. Para Trump, lo fundamental es reforzar su promesa de restaurar la hegemonía económica de Estados Unidos, reducir la dependencia comercial y forzar negociaciones bilaterales más ventajosas.
Paralelamente, la Casa Blanca ha reinstalado como asesor a Peter Navarro, uno de los grandes artífices de la guerra comercial con China en el pasado. El nuevo equipo presidencial, que incluye también a figuras cercanas como Susie Wiles y Stephen Miller, deja entrever que Trump se siente cómodo rodeándose de colaboradores afines a su visión proteccionista, listos para implementar las medidas de presión arancelaria que él considere necesarias.
Cambios radicales en la política interna
La política doméstica no ha quedado rezagada en los primeros días de esta nueva administración. En un guiño a su base electoral más conservadora, Trump ha impulsado la salida nuevamente del Acuerdo de París sobre el cambio climático y ha anulado decenas de órdenes ejecutivas de la administración de Joe Biden, entre ellas varias orientadas a fomentar la equidad racial, a reforzar Medicaid y a sancionar asentamientos extremistas en territorios disputados.
En materia migratoria, el presidente declaró una emergencia nacional en la frontera con México, al tiempo que ordenó diseñar un plan para desplegar tropas militares en la zona limítrofe. Como parte de su estrategia de contención, anunció la posibilidad de eliminar el derecho de ciudadanía por nacimiento a hijos de inmigrantes sin documentos, medida con casi total certeza destinada a enfrentarse a batallas en los tribunales por su aparente contradicción con la 14ª Enmienda de la Constitución. Trump también insinuó posibles redadas masivas en las principales ciudades del país, aunque no ofreció detalles concretos.
La dimensión más simbólica de esta etapa de gobierno tal vez se perciba en la decisión de otorgar indultos a los participantes en los disturbios del 6 de enero de 2021, cuando simpatizantes de Trump asaltaron el Capitolio para impedir la certificación de la victoria electoral de Biden. Estos perdones se interpretan como una confirmación de que el presidente pretende reivindicar su propia narrativa de los hechos ocurridos aquel día, a pesar de que los tribunales hayan condenado a algunos de los responsables.
El impacto de estas acciones deja claro que la Casa Blanca se prepara para una agenda marcada por el regreso de las posturas más controvertidas del trumpismo: la apuesta por el aislacionismo económico, la confrontación directa con grandes socios comerciales y la implementación de políticas nacionales muy duras en el ámbito migratorio. En el horizonte, se anuncian también decisiones de gran calado internacional, como la posibilidad de retomar el control del Canal de Panamá o de mantener un discurso de “pacificación” mientras promete construir “el ejército más fuerte que jamás se haya visto”.
Trump ya ha advertido su intención de poner fin a conflictos armados en lugares como Ucrania y Oriente Medio, argumentando que Estados Unidos puede volver a ser un “pacificador” global. Sin embargo, su lenguaje beligerante en materia comercial y migratoria sugiere que, lejos de evitar choques, su administración pretende servirse de una política de presión extrema para lograr objetivos unilaterales. Entre amenazas de aranceles y la promesa de resurgir la hegemonía estadounidense, la Casa Blanca reabre un período de alto voltaje político y comercial, con consecuencias que repercutirán en todo el planeta.