El turismo en España es un pilar fundamental de su economía, generando miles de millones de euros anualmente y atrayendo a millones de turistas de todas partes del mundo. Sin embargo, la afluencia masiva de visitantes ha desencadenado una creciente resistencia en algunas ciudades clave, particularmente en Barcelona. A pesar de las protestas en contra del turismo descontrolado, que en ocasiones han tomado formas contundentes, el número de turistas sigue aumentando, lo que plantea preguntas sobre el verdadero impacto de estas manifestaciones.
Protestas en Barcelona y su impacto limitado
El 6 de julio de 2024, miles de manifestantes antiturismo salieron a las calles de Barcelona, gritando consignas como “¡Turistas, volved a casa!”. Este evento marcó uno de los momentos más destacados de un movimiento que busca limitar el crecimiento del turismo en la ciudad. La protesta fue organizada por la Asamblea de Barrios para el Decrecimiento Turístico, un colectivo que demanda medidas estrictas para controlar el flujo de visitantes y mitigar el impacto negativo que, según ellos, tiene el turismo masivo en la calidad de vida de los residentes.
Sin embargo, a pesar del ruido generado por esta manifestación, las cifras oficiales muestran que los turistas no se han desanimado. Durante el mes de agosto de 2024, España recibió 10.9 millones de visitantes internacionales, lo que representa un aumento del 7% en comparación con el mismo mes del año anterior, según datos del Instituto Nacional de Estadística. Irónicamente, las tres regiones más afectadas por las protestas —Cataluña (donde se encuentra Barcelona), las Islas Baleares y Andalucía— fueron también las más populares entre los turistas.
En particular, Cataluña vio un aumento del 6% en el número de visitantes internacionales respecto a 2023, a pesar de haber sido el epicentro de las protestas. Esto sugiere que, aunque las manifestaciones antiturismo han atraído la atención de los medios locales e internacionales, el impacto en la afluencia de turistas ha sido mínimo y temporal.
Una resistencia creciente contra el turismo masivo
El movimiento contra el turismo masivo en Barcelona no es nuevo, pero ha cobrado más fuerza en los últimos años debido al crecimiento continuo del turismo. Daniel Pardo Rivacoba, miembro de la Asamblea de Barrios para el Decrecimiento Turístico, declaró que la manifestación de julio no fue “el final de nada”, sino un paso hacia una serie de demandas que exigen cambios radicales en la gestión del turismo en la ciudad.
Entre las principales demandas de la Asamblea se encuentran la reducción del número de cruceros que llegan a la ciudad, la limitación de los alquileres turísticos a corto plazo y la eliminación de las subvenciones públicas destinadas a promover el turismo. Además, se oponen a la ampliación del aeropuerto de Barcelona, que facilitaría aún más la llegada de turistas.
Sin embargo, estas demandas chocan con el enfoque del Ayuntamiento de Barcelona, que reconoce el desafío del turismo masivo, pero sigue considerando esta industria como estratégica para la economía local, representando el 14% del PIB de la ciudad. En septiembre de 2024, el ayuntamiento publicó un documento de 135 páginas titulado «Medidas para la Gestión del Turismo 2024-2027», que incluye 55 acciones destinadas a equilibrar las necesidades de los residentes con el flujo continuo de turistas.
Pero para los organizadores de las protestas, estas medidas no son suficientes. Pardo Rivacoba las describió como “discursos cosméticos” y afirmó que no abordan los problemas subyacentes de la saturación turística. Según él, la reciente decisión del ayuntamiento de aumentar la tasa turística en cuatro euros por noche no reducirá el turismo, sino que simplemente recaudará más dinero.
¿Cambio de mentalidad en la población local?
A pesar de que el número de turistas sigue creciendo, los activistas sostienen que están ganando terreno en la lucha contra el turismo masivo. Según Pardo Rivacoba, la opinión pública en Barcelona ha cambiado considerablemente en los últimos años. Mientras que antes predominaba la narrativa oficial de que “el turismo es bueno para todos”, ahora hay una mayor conciencia sobre los efectos negativos de la turistificación. Esto se refleja en una mayor cobertura mediática de las protestas, que han dejado de ser ignoradas o desestimadas por los medios de comunicación.
Además, los activistas han encontrado solidaridad no solo a nivel local, sino también a nivel internacional. En septiembre de 2024, grupos de residentes organizaron una cadena humana en las playas de Barcelona para protestar contra la Copa América de vela, otro evento que, según los manifestantes, contribuye a la saturación turística de la ciudad.
A pesar del aparente fracaso de las protestas para reducir el número de turistas, los organizadores permanecen optimistas. Argumentan que están logrando cambiar la percepción sobre el turismo masivo y que cada vez más personas en Barcelona apoyan sus demandas. De hecho, afirman que otras ciudades están siguiendo el ejemplo de Barcelona, organizando protestas y exigiendo medidas similares para reducir el impacto del turismo.
En conclusión, aunque las protestas en contra del turismo masivo en Barcelona no han logrado disuadir a los turistas de visitar la ciudad, han logrado poner el tema en el centro del debate público. Mientras los activistas continúan su lucha por un turismo más controlado y sostenible, parece claro que el turismo seguirá siendo una parte fundamental de la economía de Barcelona, pero bajo una creciente presión para encontrar un equilibrio entre los intereses de los residentes y los visitantes.