Alphabet, la matriz de Google, ha alcanzado una valoración bursátil de tres billones de dólares, consolidándose como la cuarta empresa en la historia en superar este umbral tras Apple, Microsoft y Nvidia. El logro llega poco más de dos décadas después de que Google debutara en bolsa y una década tras la creación de Alphabet como holding, una estructura pensada para dar mayor flexibilidad a sus distintos negocios y proyectos.
El salto definitivo se produjo este septiembre, cuando una sentencia judicial en Estados Unidos alivió las preocupaciones de los inversores en torno a las medidas antimonopolio. El Departamento de Justicia había planteado sanciones de gran calado, incluyendo la posibilidad de forzar a la compañía a desprenderse de su navegador Chrome. Sin embargo, el juez Amit Mehta optó por un fallo menos severo, descartando la fragmentación del gigante tecnológico. La decisión desató una ola de optimismo en los mercados: las acciones subieron más de un 4% en un solo día, cerrando la jornada con una capitalización de 3,05 billones de dólares.
Este desenlace marca un contraste con la incertidumbre vivida en los últimos años, cuando Alphabet había quedado bajo escrutinio tanto en Estados Unidos como en Europa. El presidente Donald Trump, poco dado a elogiar públicamente a Silicon Valley, no dudó en calificar la jornada como “un muy buen día” para la empresa, un gesto que refleja la magnitud simbólica del hito.
El papel de Sundar Pichai y la apuesta por la inteligencia artificial
Desde que Sundar Pichai asumiera el cargo de consejero delegado de Alphabet en 2019, tras la retirada de Larry Page, el ejecutivo ha enfrentado un panorama radicalmente distinto al que conocieron los fundadores. El dominio de Google en la búsqueda y la publicidad digital sigue siendo formidable, pero ya no incontestado. La irrupción de actores como OpenAI o Perplexity ha forzado a la compañía a acelerar su estrategia en inteligencia artificial, un terreno que se ha convertido en la nueva batalla por la supremacía tecnológica.
Gemini, la familia de modelos de IA desarrollada por Google, representa la principal carta de la empresa en esta contienda. Pese a las críticas iniciales sobre su capacidad de competir con las soluciones de Microsoft-OpenAI, Gemini ha ido ganando tracción en productos clave como el buscador y la nube. La paradoja es que la existencia de rivales tan poderosos terminó jugando a favor de Alphabet en los tribunales, al servir de argumento para demostrar que la compañía no ostenta un monopolio insalvable.
Bajo el liderazgo de Pichai, Alphabet también ha mantenido un crecimiento sostenido en áreas estratégicas como YouTube y Google Cloud, pilares que aportan diversificación a un modelo de negocio todavía muy dependiente de la publicidad digital. El resultado es un incremento del 30% en el valor de las acciones en lo que va de 2025, duplicando el rendimiento del índice Nasdaq en el mismo periodo.
Más allá del hito: lo que significa para la industria y los mercados
El ingreso de Alphabet en el club de los $3 billones no es solo un triunfo financiero, sino un reflejo de la resiliencia de las grandes tecnológicas frente a presiones regulatorias, cambios de ciclo económico y la irrupción de nuevas disrupciones tecnológicas. El recorrido recuerda cómo, a pesar de los nubarrones legales, las compañías con plataformas globales y modelos de negocio integrados tienen una capacidad única para adaptarse, absorber shocks y volver a crecer.
Para los inversores, la noticia refuerza la narrativa de que la inteligencia artificial, más que una amenaza, puede ser la palanca que revalorice a los gigantes establecidos. Alphabet, que alguna vez fue vista como demasiado lenta frente a sus rivales en el campo de la IA, ahora emerge como una de las compañías mejor posicionadas para monetizar la próxima ola tecnológica.
De cara al futuro, los desafíos no desaparecerán: el escrutinio regulatorio se intensificará, la competencia por el talento en IA seguirá encareciéndose y la necesidad de equilibrar crecimiento con confianza social será crítica. Pero el hito de los tres billones marca un punto de inflexión. Más que una meta final, es una demostración de que Google, transformado en Alphabet, ha logrado mantenerse en la cúspide de la innovación global durante un cuarto de siglo, y que todavía pretende jugar un papel central en la configuración de la economía digital que viene.