Michael Burry, el gestor de fondos que se hizo célebre por anticipar el colapso de las hipotecas subprime antes de la crisis financiera de 2008, ha vuelto a desafiar al establishment corporativo de Silicon Valley. En una serie de declaraciones recientes, el fundador de Scion Asset Management ha acusado a las principales compañías de infraestructura en la nube y de inteligencia artificial —los llamados hyperscalers— de manipular sus balances mediante prácticas contables agresivas que inflan artificialmente sus beneficios.
Según Burry, estas empresas, entre las que mencionó expresamente a Oracle y Meta Platforms, estarían subestimando la depreciación de sus equipos informáticos al extender de manera poco realista la vida útil de sus activos. El resultado, afirma, sería una distorsión masiva en las cifras de ganancias reportadas, que podría alcanzar hasta 176.000 millones de dólares entre 2026 y 2028. En su análisis, los beneficios de Oracle estarían inflados en un 27%, mientras que los de Meta podrían estar sobrevalorados en un 21% hacia 2028.
Aunque las normas contables estadounidenses (GAAP) permiten cierto margen de interpretación sobre la depreciación de activos como chips o servidores, Burry sostiene que el cambio reciente en las estimaciones no refleja la realidad tecnológica. En un contexto en el que los ciclos de producto de chips como los de Nvidia se acortan a dos o tres años, alargar su vida útil en los balances sería, en sus palabras, “una de las formas más comunes de fraude moderno”.
Una polémica que golpea en el corazón del auge de la inteligencia artificial
Las acusaciones de Burry llegan en un momento de euforia casi desbordante por todo lo relacionado con la inteligencia artificial. Desde principios de año, los valores vinculados a este sector han protagonizado una de las mayores subidas bursátiles de la historia reciente. Nvidia, epicentro de esta fiebre tecnológica, ha visto cómo su capitalización de mercado se disparaba tras convertirse en el proveedor indispensable de chips para entrenamiento de modelos de IA generativa.
Pero Burry no parece impresionado por este auge. De hecho, ha advertido que el entusiasmo actual por la IA guarda inquietantes similitudes con la burbuja tecnológica de finales de los noventa. En su opinión, la carrera por acaparar chips, servidores y capacidad de cómputo está empujando a las grandes tecnológicas a tomar decisiones financieras arriesgadas, y el maquillaje contable sería una forma de sostener el optimismo del mercado a corto plazo.
En los últimos meses, el inversor ha revelado posiciones bajistas —apuestas a la caída— contra dos de los nombres más simbólicos del boom de la IA: Nvidia y Palantir Technologies. Según documentos regulatorios, Scion Asset Management mantenía al cierre de septiembre opciones put por valor nominal de 187 millones de dólares contra Nvidia y 912 millones contra Palantir. Aunque no se han revelado los precios de ejercicio ni las fechas de vencimiento, la magnitud de las cifras refleja su convicción de que el mercado está sobredimensionado.
Choque directo con Silicon Valley
La respuesta no tardó en llegar. Alex Karp, director ejecutivo de Palantir, calificó las apuestas de Burry de “super raras” y “completamente locas”. En una entrevista con CNBC, el empresario defendió con vehemencia el desempeño de su compañía, que recientemente superó las previsiones de Wall Street en el tercer trimestre, y arremetió contra los vendedores en corto, a quienes acusó de manipular el mercado. “Estos tipos dicen ser éticos, pero están atacando a una de las mejores empresas del mundo”, dijo Karp.
Las palabras del CEO no evitaron que Palantir registrara una caída del 8% en bolsa al día siguiente, pese a sus buenos resultados. Nvidia, por su parte, también retrocedió un 4% después de un rebote del 6% la jornada anterior. Las acciones de ambas compañías habían acumulado subidas superiores al 50% en lo que va de año, impulsadas por las expectativas de crecimiento en la demanda de inteligencia artificial.
Burry, fiel a su estilo reservado, no respondió directamente a los comentarios de Karp, aunque adelantó en su cuenta de X (antes Twitter) que ofrecerá “más detalles” sobre sus acusaciones el próximo 25 de noviembre. Su publicación concluía con un enigmático mensaje a sus 1,3 millones de seguidores: “A veces vemos burbujas. A veces podemos hacer algo al respecto. Y a veces, la única jugada ganadora es no participar”.
Entre la advertencia y la profecía
El enfrentamiento entre Burry y los titanes tecnológicos reabre un debate más profundo sobre la sostenibilidad del boom de la inteligencia artificial. Para algunos analistas, el mercado se está comportando con una mezcla de euforia y negación similar a la que precedió a otras grandes correcciones. Las empresas tecnológicas, argumentan, están invirtiendo sumas colosales en hardware y centros de datos, pero aún no han demostrado que esos desembolsos generarán retornos proporcionales en el largo plazo.
Si las sospechas de Burry resultan fundadas, el impacto podría ir mucho más allá de un ajuste contable. Un reconocimiento público de beneficios inflados dañaría la confianza en el sector más dinámico de la economía estadounidense y podría precipitar una corrección similar a la de la burbuja dot-com.
El tiempo dirá si Michael Burry vuelve a tener razón o si, como sostienen sus críticos, esta vez se ha adelantado demasiado. Lo cierto es que su historial —haber desafiado a Wall Street y ganado cuando todos miraban hacia otro lado— otorga a sus advertencias un peso difícil de ignorar. En un mercado dominado por la narrativa triunfalista de la inteligencia artificial, su voz vuelve a recordar que incluso en las eras de innovación más brillantes, las burbujas también saben disfrazarse de progreso.