El mercado bursátil europeo abrió con tono débil el miércoles, reflejando la preocupación global por las valoraciones infladas de los activos y la cautela de los inversores. Sin embargo, un sector consiguió desmarcarse del rojo generalizado: la defensa. El repunte estuvo marcado por las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien sorprendió al adoptar una postura más firme respecto a la guerra en Ucrania, alimentando expectativas de un apoyo prolongado a la industria militar europea.
El índice paneuropeo Stoxx 600 cedía un 0,3% a media mañana en Londres, con la mayoría de los sectores en terreno negativo. La cautela se extendió tras las palabras del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, que advirtió que las valoraciones bursátiles se encuentran en niveles elevados, lo que elevó la percepción de riesgo en los mercados globales.
En contraste, el índice Stoxx Europe Aerospace and Defense avanzó un 1,4%, con algunos de sus componentes registrando subidas más pronunciadas. La sueca Saab y la alemana Hensoldt destacaron con un incremento del 5%, mientras que Renk, especializada en tecnología militar, sumó un 4,6%. La reacción inmediata muestra cómo cualquier cambio en el discurso político sobre seguridad y defensa puede actuar como catalizador para un sector que, en el contexto europeo, ha ganado relevancia estratégica desde la invasión rusa de Ucrania en 2022.
Este fenómeno no es aislado. Desde el inicio de la guerra, las empresas vinculadas a la defensa han pasado de ser actores relativamente discretos en los mercados a convertirse en valores refugio dentro de un continente que, por décadas, había reducido sus presupuestos militares. El contraste entre la caída de sectores tradicionales —como consumo, tecnología o energía— y el entusiasmo por los títulos de defensa resalta la creciente disociación de tendencias dentro del mercado europeo.
Trump, Ucrania y el efecto multiplicador sobre la industria militar
El impulso no se explica únicamente por las dinámicas bursátiles, sino por un giro político con implicaciones estratégicas. Trump, que en ocasiones había mostrado escepticismo sobre la continuidad del apoyo a Ucrania, afirmó en su red social Truth Social que Kiev está en condiciones de “recuperar todo su territorio original” con el respaldo de la Unión Europea y la OTAN.
Durante su encuentro con Volodímir Zelensky en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, el presidente estadounidense incluso sugirió que los miembros de la Alianza Atlántica deberían derribar cualquier aeronave rusa que violara su espacio aéreo, en un mensaje mucho más duro que en sus pronunciamientos anteriores.
Para los mercados, estas palabras se tradujeron en expectativas de mayor gasto militar europeo y en la consolidación de contratos para compañías vinculadas al sector. Saab, conocida por sus cazas Gripen y sistemas de defensa aérea, o Hensoldt, especializada en radares y sensores de inteligencia, son claros beneficiados de un escenario en el que la modernización de los ejércitos europeos se vuelve prioritaria. El mismo razonamiento aplica para Renk, cuyo negocio en transmisiones militares gana tracción en un contexto de rearme acelerado.
El trasfondo es más amplio: las tensiones geopolíticas están redefiniendo la arquitectura de la seguridad europea. El discurso de Trump legitima, al menos en el corto plazo, la necesidad de fortalecer la industria de defensa, no solo como respuesta inmediata a la guerra en Ucrania, sino como parte de una estrategia de disuasión frente a Rusia. El resultado es una suerte de círculo virtuoso para los fabricantes: la incertidumbre política alimenta la demanda, y la demanda fortalece la posición de unas compañías que antes competían por contratos limitados y hoy operan en un mercado en expansión.
Entre la cautela de la Fed y la apuesta por la seguridad
El entusiasmo por los valores de defensa contrasta con el tono generalizado de precaución en los mercados globales. Powell advirtió el martes que “los precios de las acciones están bastante altamente valorados por muchos parámetros”, una declaración que se interpretó como una señal de que la Fed podría tolerar correcciones si éstas ocurren.
El aviso llega en un momento en que Asia cerró en negativo y los futuros de Wall Street se mantenían planos, reflejo de un apetito decreciente por el riesgo. La combinación de advertencias sobre valoraciones y volatilidad geopolítica genera un cóctel complejo para los inversores, que buscan refugio en sectores con un horizonte de demanda más previsible, como el militar.
En este sentido, el repunte de las acciones de defensa no debe leerse solo como una reacción puntual a las declaraciones de Trump, sino como la confirmación de una tendencia estructural. Europa, históricamente reacia a incrementar de forma significativa sus presupuestos militares, se enfrenta a un contexto en el que el gasto en seguridad ya no es opcional, sino un componente esencial de la política fiscal y exterior.
El resultado es un mercado bursátil europeo en el que los ganadores y perdedores empiezan a definirse de manera más clara. Mientras la mayoría de los sectores enfrentan presiones por el endurecimiento monetario y la desaceleración económica, la defensa emerge como uno de los pocos ámbitos donde la política, la geopolítica y las finanzas convergen para sostener una narrativa alcista.