La automotriz china Xpeng ha decidido dar un paso decisivo en su estrategia internacional. La compañía, fundada en Guangzhou y considerada uno de los estandartes de la nueva generación de fabricantes de vehículos eléctricos, anunció que lanzará su marca de bajo coste Mona en mercados internacionales a partir de 2026. La noticia, revelada por el propio consejero delegado, He Xiaopeng, durante el salón del automóvil IAA en Múnich, supone una nueva sacudida para una industria europea que ya vive bajo la presión de la competencia china y de la desaceleración de Tesla.
Mona nació el año pasado en China con el debut del modelo M03, un cupé eléctrico cuyo precio de salida, en torno a 119.000 yuanes —menos de 17.000 dólares—, lo situó como una propuesta disruptiva en un mercado caracterizado por la guerra de precios. Ahora, Xpeng planea replicar esa fórmula en Europa y más allá, abriendo una nueva batalla en el segmento de volumen que hasta ahora había estado dominado por marcas tradicionales como Volkswagen, Renault o Toyota.
He Xiaopeng no disimula su ambición. Según explicó en una entrevista con CNBC, el ritmo de expansión internacional de la compañía ha superado las expectativas, hasta el punto de alcanzar antes de lo previsto la meta de presencia en 60 países y regiones fijada para finales de 2025. Hace apenas dos años, la empresa operaba en apenas media decena de mercados. Hoy, su despliegue abarca desde Noruega hasta Francia, con Alemania como escaparate estratégico.
La encrucijada europea: entre aranceles y fábricas locales
El desembarco de Mona se produce en un momento delicado para la industria europea. Bruselas ha impuesto aranceles a los vehículos eléctricos fabricados en China, en un intento de frenar lo que percibe como competencia desleal alimentada por subsidios estatales. Xpeng, como otras marcas chinas, estudia instalar plantas de producción en suelo europeo para esquivar estas barreras y reforzar su legitimidad ante consumidores y reguladores.
El propio He reconoce que fabricar en Europa es un objetivo plausible, aunque aún no hay calendario definido. La experiencia de otras firmas, como BYD, que ya planean levantar factorías en la región, sugiere que la localización de la producción será clave para consolidar la expansión a largo plazo.
La presión es doble: por un lado, los fabricantes europeos se ven obligados a acelerar su transición hacia lo eléctrico para no perder cuota frente a las propuestas chinas de bajo coste; por otro, la propia Tesla registra caídas de ventas en la región, lo que evidencia un mercado cada vez más saturado y con márgenes en retroceso.
En el IAA de Múnich, Xpeng no solo mostró la Mona M03, sino también una versión renovada de su sedán insignia, el Next P7, como declaración de intenciones hacia un consumidor europeo que empieza a ver con naturalidad la irrupción de marcas chinas en segmentos tradicionalmente reservados a BMW, Mercedes o Audi.
Consolidación y adquisiciones: la nueva fase del sector
La expansión internacional de Xpeng coincide con un proceso de consolidación dentro de China. El mercado doméstico vive una feroz guerra de precios —lo que los propios chinos denominan “neijuan” o involución— que ha llevado al regulador a intervenir para evitar un colapso desordenado. He Xiaopeng ha advertido en varias ocasiones que solo un puñado de fabricantes sobrevivirá a este ciclo, y que la ola de quiebras ya está en marcha.
En este contexto, Xpeng se muestra abierta a adquisiciones, una estrategia que hasta ahora había explorado tímidamente. En 2023 compró la división de desarrollo de vehículos eléctricos de Didi, la plataforma de transporte compartido más grande del país. Ahora, su director ejecutivo no descarta nuevas compras, incluso de fabricantes enteros, como vía para ganar escala y talento tecnológico. “Si tenemos la oportunidad, queremos adquirir compañías”, afirmó He en Múnich. “Las empresas de manufactura y de vehículos eléctricos siempre son posibles objetivos”.
La lógica es clara: mientras algunas startups sucumben a la falta de capital o a la presión de precios, Xpeng busca consolidar posiciones y expandir su cartera de productos con un abanico que va desde modelos de alta gama como el P7 hasta opciones accesibles como Mona. El equilibrio entre ambas gamas será clave para competir en un mercado global cada vez más fragmentado.
El tablero global del coche eléctrico
El movimiento de Xpeng no es aislado. Refleja una tendencia más amplia: la exportación masiva de automóviles eléctricos chinos hacia Europa y otros mercados, que ya ha alterado las dinámicas de competencia global. En paralelo, firmas como BYD, Nio o SAIC refuerzan su presencia con modelos de precios agresivos y tecnología avanzada, mientras Tesla intenta resistir el desgaste de su liderazgo inicial.
Para Europa, el desafío no es solo industrial, sino también estratégico. La transición hacia lo eléctrico exige inversiones colosales en baterías, infraestructura de carga y digitalización, al tiempo que la entrada de actores chinos reconfigura la cadena de valor. En este terreno, Mona puede convertirse en un catalizador de cambio, forzando a los fabricantes tradicionales a revisar no solo su oferta de producto, sino también sus estructuras de costes y su capacidad de innovación.
Una apuesta de futuro
El lanzamiento internacional de Mona en 2026 marcará un hito para Xpeng y para la industria automotriz en su conjunto. Con precios agresivos, ambición global y disposición a adquirir rivales, la compañía china parece decidida a ocupar un lugar central en la próxima fase de la electrificación.
El desenlace dependerá de múltiples factores: la respuesta de los reguladores europeos, la capacidad de adaptación de los fabricantes tradicionales y la propia habilidad de Xpeng para escalar su modelo de negocio sin diluir márgenes ni comprometer calidad.
Pero lo cierto es que, con la irrupción de Mona, el tablero global del automóvil se prepara para un nuevo capítulo. Y, como tantas veces en la historia industrial, el epicentro del cambio ya no se encuentra en Detroit o en Wolfsburgo, sino en Guangzhou.