Europa

Revolut dispara su valoración a 75.000 millones pero aplaza su salida a bolsa

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Revolut, la estrella del firmamento fintech británico, ha vuelto a sacudir el tablero financiero internacional. La compañía alcanzó una valoración de 75.000 millones de dólares tras anunciar una venta secundaria de acciones, lo que supone un incremento de dos tercios respecto a la cifra de apenas un año atrás. El movimiento, que permitirá a los empleados vender hasta un 20% de sus participaciones, se traduce en una oportunidad inédita de liquidez para miles de trabajadores que han acompañado a la empresa en su vertiginoso ascenso.

El precio fijado —1.381,06 dólares por acción— consolida a Revolut como una de las fintech más valiosas del mundo y ofrece a sus veteranos empleados un “pago adelantado” antes de que se concrete la esperada salida a bolsa. La bonanza llega tras un 2024 de récord: la empresa multiplicó por más de dos su beneficio anual, superando los 1.000 millones de libras, impulsada por el crecimiento de suscripciones, el empuje de su división de gestión patrimonial y el auge del comercio de criptomonedas en la plataforma.

Nik Storonsky, fundador y consejero delegado, ya había capitalizado parte de este ascenso el verano pasado, cuando otra venta secundaria situó la valoración en 45.000 millones. Entonces se embolsó entre 200 y 300 millones de dólares, pero su ambición va más allá: de lograr que Revolut duplique su tamaño hasta los 150.000 millones de dólares, podría entrar en el reducido club de los multimillonarios más influyentes del sector financiero.

IPO aplazada y un pulso con la City de Londres

El anuncio ha alimentado nuevas especulaciones sobre la salida a bolsa de Revolut, que parecía inminente y que ahora podría retrasarse aún más. Para algunos analistas, el movimiento refleja la impaciencia de los empleados, deseosos de transformar en efectivo las opciones que han acumulado durante años. Para otros, es un anticipo de una colocación pública en el corto plazo. Lo cierto es que el mercado esperaba que la fintech utilizara Londres como plataforma natural para su debut bursátil, algo que hoy está en entredicho.

Storonsky lleva meses sugiriendo que Nueva York ofrece un entorno más atractivo, tanto por el tamaño del mercado como por un marco regulatorio considerado más ágil. Un eventual desembarco en Wall Street supondría un golpe durísimo para la City y la Bolsa de Londres, que ya sufren una fuga constante de grandes cotizadas hacia plazas extranjeras. En un contexto de competencia global por atraer a las tecnológicas, la pérdida de Revolut sería vista como un símbolo del declive relativo de Londres en la era post-Brexit.

Las tensiones con los reguladores británicos han alimentado ese escenario. La compañía lleva años presionando para obtener una licencia bancaria completa en el Reino Unido, necesaria para captar depósitos y ampliar su oferta hacia productos más rentables como créditos y hipotecas. Tras tres años de espera, la autorización preliminar llegó en 2024, pero aún bajo condiciones restrictivas. El desencuentro no es solo técnico: las autoridades han cuestionado la cultura corporativa de Revolut, su agresiva gestión interna y la transparencia contable en ejercicios pasados. Aunque la empresa asegura haber subsanado las irregularidades y haber mejorado sus prácticas laborales, la relación con los supervisores sigue marcada por la desconfianza.

Incluso el Gobierno ha intentado mediar. Rachel Reeves, la actual ministra de Finanzas, buscó acelerar el proceso de licencia convocando a los reguladores, pero se topó con la resistencia del gobernador del Banco de Inglaterra, Andrew Bailey, decidido a preservar la independencia de la supervisión frente a presiones políticas. El episodio evidenció la tensión institucional que rodea a Revolut y, en paralelo, reforzó la percepción de que la fintech podría acabar formalizando su salto al mercado desde Nueva York en lugar de hacerlo en su propio país.

El dilema de Revolut: ¿consolidar en casa o conquistar Wall Street?

El ascenso meteórico de Revolut resume la paradoja de las fintech europeas: empresas que nacen al calor de la innovación tecnológica y regulatoria del continente, pero que, al madurar, miran hacia Estados Unidos para asegurar su expansión global. La venta secundaria de acciones ofrece una recompensa inmediata a quienes creyeron en el proyecto desde sus primeras etapas, pero no resuelve el gran interrogante estratégico: dónde y cuándo dará el paso definitivo al parqué bursátil.

Para los empleados, la operación supone un alivio tangible en un sector en el que muchas veces la promesa de riqueza depende de una salida a bolsa que nunca termina de concretarse. Para los inversores, la nueva valoración sitúa a Revolut en la élite mundial de las fintech, pero también plantea el reto de justificar múltiplos cada vez más exigentes en un entorno competitivo y volátil. Y para el Reino Unido, la decisión de Revolut se ha convertido en una prueba de fuego: retener a su mayor promesa tecnológica o verla partir hacia Nueva York, con el coste reputacional que ello implicaría.

El desenlace aún es incierto. Revolut ha demostrado que sabe reinventarse y crecer en entornos adversos. Pero su próximo movimiento —una IPO en Londres o en Wall Street— no solo definirá el futuro de la compañía, sino que servirá como termómetro del atractivo financiero de dos de las principales plazas bursátiles del planeta. En ese pulso, la fintech no solo juega su destino; también refleja la batalla global por el liderazgo en la nueva era de las finanzas digitales.

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