Europa

Las bolsas europeas castigan a la industria de defensa ante la expectativa de un alto el fuego en Ucrania

El optimismo diplomático presiona a las acciones del sector armamentístico, mientras la inflación británica y la política monetaria global añaden más incertidumbre a los mercados.

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Los mercados europeos vivieron una jornada de contrastes tras la reanudación de conversaciones diplomáticas de alto nivel entre Estados Unidos, Ucrania y líderes europeos, que reavivaron la esperanza de una posible tregua en el conflicto ucraniano. La simple perspectiva de un cese de hostilidades fue suficiente para que las acciones de las principales compañías de defensa sufrieran un retroceso significativo, borrando parte de las ganancias acumuladas en los últimos meses.

El índice paneuropeo Stoxx Europe Aerospace and Defense cerró con una caída del 1,13%, arrastrando consigo a empresas del sector armamentístico que habían sido uno de los refugios predilectos de los inversores desde que comenzó la guerra. El retroceso se sumó al descenso del 2,6% registrado el martes, lo que analistas de Deutsche Bank vincularon directamente a “la especulación sobre un posible avance diplomático”.

El tablero bursátil europeo, dividido entre pérdidas y récords

La sesión bursátil dejó un panorama desigual en el continente. Mientras que el índice británico FTSE 100 subió un 1,08% y marcó un nuevo máximo histórico impulsado por el plan de recompra de acciones de 300 millones de dólares anunciado por la compañía médica Convatec, otros referentes del continente cerraron en rojo. El CAC 40 de París retrocedió un 0,08%, el DAX alemán perdió un 0,6% y el IBEX 35 español se dejó un 0,08%.

El sector tecnológico, muy sensible al pulso de Wall Street, también mostró debilidad con una caída del 0,5%, en línea con las pérdidas registradas en Estados Unidos. Esta dispersión de resultados refleja la tensión entre dos fuerzas opuestas: la expectativa de que un alto el fuego en Ucrania reduzca la demanda de armamento y la resistencia de algunos sectores a mantener el dinamismo pese a la ralentización global.

Inflación en Reino Unido y señales desde los bancos centrales

A las tensiones geopolíticas se sumó la sorpresa en los datos de inflación en el Reino Unido. El índice de precios al consumidor correspondiente a julio se situó en el 3,8%, por encima de lo esperado por los analistas. El aumento estuvo influido por el encarecimiento de los billetes de avión y los servicios marítimos, que crecieron un 30% intermensual, la mayor subida desde que se tienen registros en 2001, según la Oficina Nacional de Estadísticas británica.

Este repunte complica la labor del Banco de Inglaterra, que ahora se enfrenta a un dilema incómodo: contener unas presiones inflacionarias todavía persistentes en un contexto de debilitamiento del mercado laboral. Pese a que el consenso esperaba una pausa prolongada en las subidas de tipos, el nuevo dato reabre el debate sobre si la autoridad monetaria deberá mantener una postura más restrictiva durante más tiempo.

Al otro lado del Atlántico, la atención de los inversores se concentra en las actas de la última reunión de la Reserva Federal y en el esperado simposio de Jackson Hole. Allí se perfilará la hoja de ruta de la política monetaria estadounidense de cara a septiembre, cuando los futuros sobre fondos federales descuentan ya con casi un 85% de probabilidad un recorte de un cuarto de punto. El hecho de que dos gobernadores —Christopher Waller y Michelle Bowman— disintieran en la última votación marca un precedente histórico: es la primera vez desde 1993 que más de un miembro del comité rompe la unanimidad.

Una calma frágil en los mercados

El retroceso de las acciones de defensa refleja hasta qué punto los mercados habían internalizado la guerra como un elemento estructural de la economía europea. Un posible alto el fuego supondría un golpe a corto plazo para los fabricantes de armamento, pero a su vez abriría la puerta a una reconfiguración de las prioridades fiscales y presupuestarias de los gobiernos europeos.

No obstante, los analistas advierten que el optimismo puede ser prematuro. Las negociaciones de paz en conflictos prolongados suelen estar plagadas de obstáculos, y la volatilidad del frente diplomático podría traducirse en movimientos bruscos de los mercados. En este sentido, lo ocurrido en las últimas jornadas puede ser interpretado más como una toma de beneficios tras meses de fuertes subidas que como un cambio estructural en la percepción de los inversores.

Con la inflación en Reino Unido reavivando la incertidumbre sobre la política monetaria y la Reserva Federal preparando un giro que podría cambiar el rumbo de la economía global, el sentimiento inversor se mantiene dividido. Europa celebra la posibilidad de un respiro en el frente bélico, pero al mismo tiempo lidia con los desequilibrios macroeconómicos que siguen presionando a los bancos centrales y a los mercados financieros.

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