El Banco de México (Banxico) ha tomado una decisión significativa al reducir su tasa de interés de referencia en 25 puntos base, llevándola al 10.75%, en un contexto de creciente preocupación por el desempeño económico del país. Esta medida, adoptada por la junta del banco central con una votación dividida de 3 a 2, refleja los desafíos que enfrenta la segunda economía más grande de América Latina en un entorno global volátil.
La decisión de Banxico se produce en un momento en que la economía mexicana muestra signos de debilidad persistente desde finales del año pasado. Los responsables de la política monetaria han advertido sobre los riesgos a la baja para el crecimiento económico, agravados por la reciente turbulencia financiera global que ha afectado al peso mexicano.
A pesar de las expectativas de que México podría beneficiarse de la tendencia de nearshoring, que implica la reubicación de cadenas de suministro más cerca de Estados Unidos, el auge de inversiones anticipado aún no se ha materializado. Los analistas pronostican un crecimiento modesto del 1.8% para este año y del 1.6% para 2025, según una encuesta del banco central.
Varios factores están contribuyendo a esta perspectiva económica desafiante. Las exportaciones mexicanas se han visto afectadas por la fortaleza de la moneda, mientras que los planes del partido gobernante para realizar cambios constitucionales de gran alcance, los inminentes recortes del gasto gubernamental y la incertidumbre en torno a las elecciones estadounidenses están pesando sobre el sentimiento de los inversionistas.
Inflación y volatilidad cambiaria: un equilibrio delicado
La decisión de recortar las tasas de interés se produce en un momento en que la inflación ha estado acelerándose durante los últimos cinco meses, alcanzando un 5.57% en julio. El banco central ha elevado su pronóstico de inflación para el cuarto trimestre al 4.4%, por encima del 4% anterior. Este aumento en las presiones inflacionarias ha llevado a algunos analistas a cuestionar la oportunidad del recorte de tasas.
El peso mexicano, una de las monedas más negociadas en los mercados emergentes, ha experimentado una volatilidad significativa en las últimas semanas. Después de ser uno de los activos de mejor desempeño en los últimos años, impulsado por las altas tasas de interés que atrajeron a los inversores a un lucrativo carry trade, la moneda se ha debilitado un 11.2% desde que el partido gobernante de izquierda ganó una mayoría casi absoluta en las elecciones de junio, prometiendo reformas radicales de los sistemas político y judicial.
A pesar de esta volatilidad, la junta de Banxico pareció restar importancia a las fluctuaciones del tipo de cambio en su comunicado del jueves, según señalaron algunos analistas. Esta aparente despreocupación por los movimientos cambiarios ha generado cierta sorpresa entre los observadores del mercado.
El recorte de tasas de Banxico marca un punto de inflexión en la política monetaria de América Latina. El banco central mexicano fue uno de los primeros en la región en comenzar a aumentar las tasas en medio de la pandemia de COVID-19, iniciando su ciclo de ajuste en junio de 2021, mucho antes que la Reserva Federal de Estados Unidos. Ahora, en marzo de este año, se convirtió en el último gran banco central de la región en comenzar a recortar las tasas.
Mirando hacia el futuro, la junta de Banxico ha indicado que un entorno inflacionario futuro podría permitir la discusión de nuevos recortes, teniendo en cuenta que «los choques globales continuarán disipándose y el impacto de la débil actividad económica». Sin embargo, algunos analistas advierten que el ciclo de flexibilización probablemente será lento y gradual, dada la persistencia de las presiones inflacionarias y la incertidumbre económica global.
En conclusión, la decisión de Banxico de recortar las tasas de interés refleja un delicado acto de equilibrio entre apoyar el crecimiento económico y mantener la estabilidad de precios. Mientras México navega por estos tiempos económicos turbulentos, la efectividad de esta medida y sus implicaciones a largo plazo para la economía del país serán observadas de cerca por inversores, analistas y responsables políticos por igual.